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Los pequeños hogares llenos de violencia
FOTO: ALEJANDRO REINOSOS / El Telégrafo
La ternura y la violencia familiar se exploran en esta obra inspirada en el escritor dominicano Juan Bosch. La danza también es parte de la propuesta.
Datos
Ficha técnica
Obra: La mujerDirección: María Isabel Bosch
Adaptación: del cuento La mujer de Juan Bosch
Actuación: Verónica Belloni
Programación: Diego Ischiavini
En el Festival de Teatro Joven Sudaka, la obra “La mujer” es un relato que toca las fibras sensibles.
El espacio no es suficiente para explicar el sentir de una mujer que es madre y esposa. Ella está contenta de tener a su hijo entre sus brazos, de protegerlo y jugar con él. Soplan juntos las flores de un pistilo y juegan alrededor del río con su sonido entre las piedras, sobran los abrazos y perpetúan los lazos de sangre hasta la eternidad.
El lugar es un campo gigante muy pobre, con casitas de barro que apenas se pueden parar, pero donde madre e hijo le dan sentido a la vida, y al ser mujer. Sin embargo esta felicidad está amenazada. Por ello la pieza, que es una adaptación del escritor dominicano Juan Bosch, tío de la escritora y directora dominicano-argentina María Isabel Bosch, cuenta una historia tan universal y compleja como la violencia familiar en las zonas rurales.
Por ello Bosch basado en el cuento del mismo nombre “La mujer”, escribió un texto en el tono de monólogo en el cual la vida de este ser es atormentada por su esposo, un tipo cruel y machista que somete a su esposa con salvajes golpes. La alegría y los juegos cómplices de esta mujer con su hijo se contraponen con las escenas de violencia que suceden dentro de las puertas de una casa.
Dichas paredes que no permiten que los gritos sean escuchados por nadie, son cómplices de una injusticia que se repite en muchos países hispanos. Allí donde impera la ignorancia, es caldo de cultivo para que los varones utilicen su fuerza para ganarse el respeto y demostrar superioridad.
En esta obra la actriz argentina Verónica Belloni hace una ajustada interpretación de esta madre rodeada de dolor. Su cuerpo estropeado sobre el tablado parece una flor pisada en una procesión, una niña flagelada a la vista de la indolente humanidad, y su largo cabello rubio un escudo que apenas la protege de la áspera mano varonil.
Sus ojos azules se eclipsan cuando recuerda que al llegar a casa no recibirá amor, incluso su pequeño hijo que tendrá que presenciar la violencia explícita y hasta sangre.
A decir de la actriz, el contacto con el público determinó el manejo de los estados de emoción tras seis meses de experimentación en teatros independientes en Buenos Aires. “Un texto fuerte de la mano de una acción leve o viceversa”, comenta Verónica. Esa introspección y respuesta del público hizo modelar los gestos y el texto de la obra, con la mente en claro de no juzgar al personaje. Desde la quietud y la palabra ayudó a la descripción, así limpiarse las lágrimas con el vestido tiene esa connotación de una feminidad irrepetible. Este texto que adaptado al teatro tuvo que ser limpiado para que funcione como monólogo, ir descomponiendo lo narrativo hasta llegar a los ambientes y la interpretación que es el fuerte de la obra.
También la danza está metida en la interpretación. El cuerpo en el suelo y con vitalidad se incorpora, así como el uso de las manos para apoyarse cuentan como movimientos principales escénicos. La música es de raíces africanas y le da un ambiente de campo caribeño, justo como habría sido el medio del escritor Bosch. Tambores y canto de mujeres van llevando al clímax de la obra cuando sucede un terrible e inesperado desenlace, una especie de complicidad para que esta mujer siga viviendo en ese hábitat hostil.
Festival inicia hoy
Esta obra así como una amplia oferta teatral se podrá observar desde hoy hasta el 21 de noviembre en el tercer Festival Alternativo de Teatro Joven Latinoamericano Sudaka, en Quito. Una obra sugerida es “Los angelitos empantanados”, del grupo Matacandelas de Colombia, que configura la historia de dos jóvenes colegiales, Angelita Rodante y Miguel Ángel Valderrama, pertenecientes a la burguesía caleña de finales de los años 60. También “De cómo moría y resucitaba Lázaro Lazarillo” del grupo español Aran Aran Teatro.
El precio de las localidades en el festival son accesibles como $ 4 en la sala de Malayerba, ubicada en la Iglesia del Belén del parque La Alameda, así como en el Frente de Danza Independiente de la CCE. Mientras que las obras en el bar El Aguijón son gratuitas.
Por Esteban Fuertes
domingo, 31 de octubre de 2010
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sábado, 12 de junio de 2010
Avelino Stanley
sábado, 29 de mayo de 2010
Enrique Serna, “Uno soñaba que era rey”
Por Javier Munguía | Críticas | 27.05.10
Uno soñaba que era rey. Enrique Serna
Seix Barral (México,2009)
En 1958, Carlos Fuentes (nacido en Panamá en 1928 y nacionalizado mexicano) publicó su primera novela, La región más transparente, una ambiciosa y extensa narración que, a la vanguardia de la narrativa hispanoamericana por el uso de técnicas novedosas como la fragmentación y el monólogo interior, aspiraba a ser un fresco de la Ciudad de México. La ingente cantidad de personajes de todos los estratos sociales pretendía representar una sociedad caótica, en plena expansión, plagada de injusticias y contradicciones. El mundo autóctono, con su visión sobrenatural de la vida, también tiene lugar en el libro, que gracias a ello y sin perder crudeza ni asidero en la vida pedestre, rebasa lo que es llamado, a falta de mejor nombre, “realismo”.
Este gran proyecto, digno sin duda de aplauso, adolece de excesos. Por ejemplo: los personajes con cierta importancia son tan numerosos que el lector difícilmente puede seguirlos a todos, mucho menos involucrarse a profundidad con sus dramas y tribulaciones. Pero la mayor falla de la novela está en su lenguaje. A pesar de que Fuentes maneja con soltura varios registros lingüísticos, con frecuencia se cuela en ellos la voz autoral, que, en vez de dejar al lector la grata tarea de glosar los episodios que lee, se torna juez y nos atiborra con opiniones sobre todo lo existente. Además, la retórica, uno de los peores defectos de Fuentes como narrador, se impone en esta obra, de modo que la infla sin necesidad y vuelve pesada la lectura. En dicha retórica está la clave de que, leída en este siglo XXI, la novela parezca cosa vieja, afectada flor de antaño.
Enrique Serna (Foto: Autor anónimo / CNL-INBA)
Enrique Serna (México, 1959) parece haber aprendido del descalabro de Fuentes al plantearse un proyecto similar al de su compatriota, que daría lugar a la novela Uno soñaba que era rey, publicada por primera vez en 1989 y reeditada recientemente por Seix Barral. El libro también aspira a ser un fresco de la Ciudad de México, pero esta vez esculpido con instrumentos más modestos en apariencia, pero mucho más precisos. En vez de emular a Fuentes emulando a Balzac en su designio de competir en la ficción con el registro civil, Serna realiza una cuidadosa selección de personajes representativos de la sociedad que disecciona: un niño pobre y drogadicto, un millonario, una humilde mujer frustrada, un ex revolucionario que se pudre en vida trabajando para sus peores enemigos, un rastrero empleado de un cine, una anciana moribunda y un niño rico son los personajes principales. A lo largo de la novela, todos ellos resultan relacionados de alguna u otra manera y su participación es necesaria para el desarrollo de la trama. Alrededor de estos personajes está un grupo no demasiado extenso de secundarios que refuerza las caracterizaciones de los protagonistas, así como sus conflictos.
Cada capítulo corresponde, por lo general, a la perspectiva de uno de los personajes principales. Estas perspectivas no aspiran a agotar los arquetipos de una sociedad, sino que, de forma implícita o explícita, chocan entre ellas, con lo cual generan tensión e interés. Los recursos de los que se vale Serna, alumno avezado de Manuel Puig, son diversos: supuesta transcripción de grabaciones y programas de radio, estructura de guión cinematográfico, capítulos construidos en forma de diálogos cruzados, episodios donde los delirios más disparatados se consignan como si en verdad ocurrieran. A pesar de esta variada demostración de virtuosismo formal, Serna no olvida que su misión es contar una historia que le estalle en la cara al lector, dejando al descubierto sus tremendas flaquezas, sus locos sueños, sus dolores mejor guardados. Quizá sea esta combinación entre vocación de narrar y al mismo tiempo curiosidad por nuevas o poco frecuentadas formas de hacerlo lo que explica la importancia de Serna para la literatura mexicana en particular y latinoamericana en general.
El libro adopta distintos lenguajes según el personaje en turno y no hay en ellos intervención visible de su autor. Si bien se nota la diferencia entre un registro lingüístico y otro, la prosa siempre es fluida, sin afectaciones que, además de volverla lenta, la marcarían con fecha de caducidad. En el episodio estructurado en forma de guión cinematográfico, que delata su naturaleza de ficción, es visible un postulado que antes hicieron suyo Cervantes, Unamuno, Pirandello y Donoso, entre muchos otros, y que después sería retomado por Quentin Tarantino en la historia de Natural Born Killers: no afecta al pacto ficcional, a la ilusión de realidad, que la ficción se muestre como tal, exhibiendo sus costuras, siempre y cuando exista una historia y unos personajes profundos, capaces de despertar inquietudes, emociones e ideas en el lector.
Uno soñaba que era rey tiene como centro uno de los temas principales de Enrique Serna: la frustración. Desde Señorita México (1987) hasta Fruta verde (2006), la obra de Serna es la crónica de cómo se frustran sus personajes, cómo nunca llegan a ser la idea que de ellos mismos tienen o no desarrollan todos sus potenciales por miedo o ambición, entre otras razones. En Uno soñaba que era rey nadie es feliz, todos están envueltos en sus propias farsas, tanto los ricos como los pobres. La soledad, la insatisfacción sexual y la falta de convicción son algunos de los males que afectan a estos seres ficticios que, si bien son tratados con dureza por su autor y constituyen la materia prima de su demoledora crítica social, nunca se vuelven caricaturas, de modo que conservan su verosimilitud y su capacidad de persuasión.
Como en otros libros de Serna (Las caricaturas me hacen llorar, Fruta verde), en esta novela el título se desprende de la letra de una canción: “Uno soñaba que era rey” es un verso de la canción “Los cochinitos dormilones”, del célebre compositor mexicano Francisco Gabilondo Soler “Cri Cri”. Los tres cerdos protagonistas son caracterizados en el tema musical a través de la relación establecida con su madre: mientras que dos de ellos no la recuerdan en sus sueños (uno sueña ser rey y el otro vivir una gran aventura), el más pequeño sueña con trabajar para aliviar sus faenas. En la novela, el título alude en primer término a las locas fantasías con que uno de sus protagonistas, el niño adicto al cemento, se defiende de la ausencia del padre y de la indiferencia de la madre. En un sentido más amplio, dicho título se refiere también a las aspiraciones rotas del resto de los protagonistas, cuyas vidas están signadas por la relación con sus padres.
Uno soñaba que era rey, es, pues, un eficaz mural de la Ciudad de México, con sus tremendos extremos y desigualdades; pero es sobre todo un retablo de personajes escrutados por la angustia, cuyo valor literario va mucho más allá de la ciudad imaginaria que los cobija.
Javier Munguía
http://javiermunguia.blogspot.com
jueves, 27 de mayo de 2010
Alain Touraine, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010
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miércoles, 26 de mayo de 2010
Rei Berroa y Vanessa Droz en el VII Festival Mundial de Poesía
Aunque el festival abre hoy, la ceremonia de inauguración se celebrará este lunes y el evento terminará el 29 de mayo. El Ministerio de Cultura señaló que se trata de una "fiesta de la palabra" y que "la poesía es una aliada sustancial e insustituible en tiempos de Revolución". Entre los poetas invitados destaca Derek Walcott, Premio Nobel de Literatura en 1992, y calificado como "gran voz del Caribe y del mundo". Los organizadores aseguraron que también asistirán Marcos Silber (Argentina), Austin C. Clarke (Barbados), Jorge Campero (Bolivia), Floriano Martins (Brasil), Malú Urriola (Chile), Álvaro Miranda (Colombia); Jeanette Amitt (Costa Rica) y Sigfredo Ariel (Cuba), entre otros. La celebración poética reunirá, según el despacho de Cultura, a "las voces más sublimes representadas por los poetas procedentes de los países que participaron en la lucha por el nuevo panorama emancipador de América". Además, la Plataforma del Libro y la Lectura de ese ministerio organizaron el I Concurso Nacional de Poesía del Festival Mundial de Poesía de Venezuela, que se premiará con 10.000 bolívares (2.326 dólares) y la publicación del libro. El jurado de este premio está integrado por los poetas Rei Berroa (República Dominicana), Floriano Martins (Brasil) y William Osuna (Venezuela). El veredicto será leído en la inauguración del Festival, el lunes 24 de mayo, y el ganador será invitado a participar en el recital de clausura del domingo 29. Al evento también asistirán Iván Oñate (Ecuador), Pablo Benítez (El Salvador), Bill Herbert (Escocia), Juan Manuel Rodríguez Tobal (España), John Curl (Estados Unidos), Francois Migeot (Francia), Merle Collins (Granada), Rosa Chávez (Guatemala) y Arnold Itwaru (Guyana). También Marie Celie Agnant (Haití), Oscar Acosta (Honduras), Keith Ellis y Edward Baugh (Jamaica), Micere Mugo (Kenya), Gloria Martínez (México), Ana Ilce Gómez (Nicaragua), Pablo Menacho (Panamá), Jacobo Rauskin (Paraguay), Rocío Silva (Perú), Vanessa Droz (Puerto Rico), Rei Berroa (República Dominicana), Roger McTair (Trinidad y Tobago) y Mariella Nigro (Uruguay).
martes, 25 de mayo de 2010
Los editores retan al futuro digital
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domingo, 23 de mayo de 2010
Noticias sobre libros
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martes, 18 de mayo de 2010
Todo lo que tengo lo llevo conmigo de Herta Müller
Herta Müller y el horror del gulag
(Babelia avanza un pasaje de la nueva novela de la premio Nobel: 'Todo lo que tengo lo llevo conmigo' (Siruela)
Finalmente está al alcance del lector español: la gran novela que acababa de publicar la poeta y narradora alemana de origen rumano Herta Müller, antes de que le concedieran el Premio Nobel en 2009: Todo lo que tengo lo llevo conmigo (Siruela). El libro llegará a las librerías mañana, pero hoy Babelia avanza un pasaje en esta edición digital de ELPAIS.com
Todo lo que tengo lo llevo conmigo es el libro más importante de esta especialista en las deformaciones del alma humana y constituye, sin duda, un acontecimiento europeo. Se trata del escalofriante y sin embargo poético relato de un chico de 17 años, miembro de la minoría alemana de Rumanía, que es deportado en 1945 a un campo de trabajo ruso en Ucrania, continúa la indagación en la historia de represión y persecución de la minoría alemana bajo el régimen totalitario comunista, que Müller inició con En tierras bajas, La piel del zorro y La bestia del corazón (todos en Siruela).
Tras varios libros de ensayo y poesía (en Granada acaban de presentarse en el Festival Internacional de Poesía sus impactantes poemas collage), Herta Müller vuelve a la narrativa con un texto de altísmo voltaje literario, compuesto de 64 capítulos con escenas del infierno: de la vida en el gulag. Basadas en entrevistas con deportados y, sobre todo, en conversaciones con el fallecido poeta rumano-alemán Oscar Pastior, esta recreación de la lucha diaria por la supervivencia en la mina de carbón o como peón de obras, se reviste de una desconcertante y arrebatadora mezcla de laconismo y belleza metafórica.
Herta Müller leerá el 29 de junio pasajes de su nueva novela en el Goethe-Institut de Madrid y el día 30 en la Biblioteca Nacional.
CECILIA DREYMÜLLER - Madrid - 17/05/2010Todo Lo Que Tengo Lo Llevo Contigo