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Tomada de la edición impresa del 12 de noviembre del 2010

Los pequeños hogares llenos de violencia

La ternura y la violencia familiar se exploran en esta obra  inspirada en el escritor dominicano Juan Bosch. La danza también es  parte de la propuesta. | FOTO: ALEJANDRO REINOSOS / El Telégrafo

FOTO: ALEJANDRO REINOSOS / El Telégrafo

La ternura y la violencia familiar se exploran en esta obra inspirada en el escritor dominicano Juan Bosch. La danza también es parte de la propuesta.

Datos

Ficha técnica

Obra: La mujer
Dirección: María Isabel Bosch
Adaptación: del cuento La mujer de Juan Bosch
Actuación: Verónica Belloni
Programación: Diego Ischiavini

En el Festival de Teatro Joven Sudaka, la obra “La mujer” es un relato que toca las fibras sensibles.



El espacio no es suficiente para explicar el sentir de una mujer que es madre y esposa. Ella está contenta de tener a su hijo entre sus brazos, de protegerlo y jugar con él. Soplan juntos las flores de un pistilo y juegan alrededor del río con su sonido entre las piedras, sobran los abrazos y perpetúan los lazos de sangre hasta la eternidad.

El lugar es un campo gigante muy pobre, con casitas de barro que apenas se pueden parar, pero donde madre e hijo le dan sentido a la vida, y al ser mujer. Sin embargo esta felicidad está amenazada. Por ello la pieza, que es una adaptación del escritor dominicano Juan Bosch, tío de la escritora y directora dominicano-argentina María Isabel Bosch, cuenta una historia tan universal y compleja como la violencia familiar en las zonas rurales.

Por ello Bosch basado en el cuento del mismo nombre “La mujer”, escribió un texto en el tono de monólogo en el cual la vida de este ser es atormentada por su esposo, un tipo cruel y machista que somete a su esposa con salvajes golpes. La alegría y los juegos cómplices de esta mujer con su hijo se contraponen con las escenas de violencia que suceden dentro de las puertas de una casa.

Dichas paredes que no permiten que los gritos sean escuchados por nadie, son cómplices de una injusticia que se repite en muchos países hispanos. Allí donde impera la ignorancia, es caldo de cultivo para que los varones utilicen su fuerza para ganarse el respeto y demostrar superioridad.

En esta obra la actriz argentina Verónica Belloni hace una ajustada interpretación de esta madre rodeada de dolor. Su cuerpo estropeado sobre el tablado parece una flor pisada en una procesión, una niña flagelada a la vista de la indolente humanidad, y su largo cabello rubio un escudo que apenas la protege de la áspera mano varonil.

Sus ojos azules se eclipsan cuando recuerda que al llegar a casa no recibirá amor, incluso su pequeño hijo que tendrá que presenciar la violencia explícita y hasta sangre.

A decir de la actriz, el contacto con el público determinó el manejo de los estados de emoción tras seis meses de experimentación en teatros independientes en Buenos Aires. “Un texto fuerte de la mano de una acción leve o viceversa”, comenta Verónica. Esa introspección y respuesta del público hizo modelar los gestos y el texto de la obra, con la mente en claro de no juzgar al personaje. Desde la quietud y la palabra ayudó a la descripción, así limpiarse las lágrimas con el vestido tiene esa connotación de una feminidad irrepetible. Este texto que adaptado al teatro tuvo que ser limpiado para que funcione como monólogo, ir descomponiendo lo narrativo hasta llegar a los ambientes y la interpretación que es el fuerte de la obra.

También la danza está metida en la interpretación. El cuerpo en el suelo y con vitalidad se incorpora, así como el uso de las manos para apoyarse cuentan como movimientos principales escénicos. La música es de raíces africanas y le da un ambiente de campo caribeño, justo como habría sido el medio del escritor Bosch. Tambores y canto de mujeres van llevando al clímax de la obra cuando sucede un terrible e inesperado desenlace, una especie de complicidad para que esta mujer siga viviendo en ese hábitat hostil.

Festival inicia hoy
Esta obra así como una amplia oferta teatral se podrá observar desde hoy hasta el 21 de noviembre en el tercer Festival Alternativo de Teatro Joven Latinoamericano Sudaka, en Quito. Una obra sugerida es “Los angelitos empantanados”, del grupo Matacandelas de Colombia, que configura la historia de dos jóvenes colegiales, Angelita Rodante y Miguel Ángel Valderrama, pertenecientes a la burguesía caleña de finales de los años 60. También “De cómo moría y resucitaba Lázaro Lazarillo” del grupo español Aran Aran Teatro.

El precio de las localidades en el festival son accesibles como $ 4 en la sala de Malayerba, ubicada en la Iglesia del Belén del parque La Alameda, así como en el Frente de Danza Independiente de la CCE. Mientras que las obras en el bar El Aguijón son gratuitas.

Por Esteban Fuertes